La muerte de Ramón Antonio Tapia de 29 años, un abnegado Bombero Voluntario de Cafayate, dejó consternada a la comunidad vallista que hoy se volcó a despedir sus restos.
El velatorio de «vivora» dio las primeras muestras del profundo dolor que causó su trágica muerte. En todo momento se palpaba esa rara sensación de dolor y reconocimiento.
Cada una de las personas que se arrimaron a acompañar el velatorio sentían en sus entrañas la necesidad de transmitir sus condolencias, pero a sus vez cada cafayateño parecía ser el deudo, El dolor abarcó cada rincón de esta ciudad y del Valle Calchaquí. Es que el reconocimiento a la tarea de los Bomberos Voluntarios está encarnizado, por eso cada vecino pasó del estupor a la congoja y luego al reconocimiento.
Hoy se despidió a un Bombero Voluntario, pero también a un vecino ejemplar. Antonio Ramón Tapia, «vivora» , era una persona querida y querible.
Hoy además de despedir los restos de un valiente y abnegado bombero que murió en cumplimiento de su deber, se lamentó la pérdida de una gran persona.
El cortejo atravesó la ciudad de Cafayate con muestras de dolor a cada paso, en varios lugares los aplausos de vecinos apostados en las puertas de sus casas rompieron el silencio del pueblo.
Se programó que los restos de Antonio, antes del cementerio, pasaran por frente de su casa, en el Barrio San Isidro, en donde se hizo un minuto de silencio y redobles de tamboril.
La sirena de los móviles del Cuerpo de Bomberos Voluntarios acompañaron un día distinto en Cafayate. No dejaron de sonar en toda la tarde. Representaban quizás el grito ahogado de miles de cafayateños que acompañaron el cortejo.
Llegaron para la ceremonia fúnebre delegaciones de bomberos de Salta, Amaicha del Valle y Santa María.
Muchos vecinos decidieron esperar en las puertas del cementerio la llegada del cortejo. Fue allí ,con una multitud congregada para despedir a un vecino ejemplar, que se vio a un mar de rostros marcados por el dolor, una congoja generalizada y un enorme reconocimiento para quien ha dejado marcada definitivamente una profunda huella en la historia de Cafayate.
Las palabras del Jefe de los Bomberos Voluntarios de Cafayate, Gabriel Domingo, resumieron el pesar de todo el pueblo. Los aplausos de la multitud despidieron a un héroe urbano y reconocieron la labor de todos los bomberos.
Uno de los momentos más emotivos se vivió dentro del cementerio cuando Gabriel Domingo entregó la bandera y el casco a la madre de Antonio Ramón Tapia, antes de depositar en su morada final el cajón con el cuerpo del valiente bombero.