En un deslucido partido, la Argentina tuvo que apelar a una genialidad de su capitán y al buen desempeño del arquero Romero. Con el triunfo, logró clasificar a los octavos de final del certamen. En el último minuto, metió un golazo y así el seleccionado se impuso 1 a 0; el equipo jugó mal y no supo crear peligro ante un rival inferior que se metió atrás; un llamado de atención.
Con un golazo agónico de Lionel Messi, la selección argentina sacó adelante un partido más complicado de lo previsto ante Irán, que le sirvió para clasificarse a los octavos de final del Mundial de Brasil 2014.
Como si fuera una mala copia del debut ante Bosnia, la labor de la Argentina frente a los iraníes se destacó por las evidentes dificultades del equipo albiceleste por quebrar la defensa rival, su carencia para crear jugadas colectivas y su llamativa dependencia de lo que pueda hacer la Pulga.
Una vez más, el crack argentino frotó la lámpara a tiempo para garantizarle a la Argentina los tres puntos, con un zurdazo al ángulo en tiempo de descuento. Más allá de eso, su trabajo fue apenas discreto.
Sin embargo, la gran figura fue Sergio Romero. El arquero albiceleste fue el gran responsable de sostener el cero en su propio arco, ante al menos cuatro situaciones claras de los iraníes, que con el correr de los minutos se fueron animando, y no hubiera sido descabellado que ganasen el encuentro.