Estas parecen ser las premisas con las que los funcionarios municipales y provinciales decidieron encarar la problemática de las adicciones en Cafayate.
Bastó solo un reclamo gremial de normalización laboral para que el sistema de abordaje de las adicciones diseñado por las autoridades de la Municipalidad de Cafayate y del gobierno de Juan Manuel Urtubey, estallara por los aires.
Con presupuestos destinados a ese fin, con edificio montado, personal designado para las tareas y con cuatro años de funcionamiento, el Centro Valle terminó desnudando las falencias, la impericia, la improvisación y la liviandad con que los funcionarios municipales y provinciales trabajan en la gravísima problemática de las adicciones.
Las pruebas de todas las fallas la dan a cada paso ellos mismos. Nadie se hace responsable, todos se tiran la pelota. Cada vez que dicen que el Centro funcionaba sin controles ni supervisiones, muestran su propia falta de trabajo. Cuando afirman que los empleados no trabajan, demuestran la total falta de autoridad y controles, cuando dicen que no hay resultados están mostrando su irresponsabilidad en no monitorear el funcionamiento. Es decir que después de cuatro años, si no hay resultados satisfactorios, algún funcionario ya debería ir pensando en presentar su renuncia.
Más grave que todas estas muestras de improvisación e irresponsabilidad de los funcionarios, es descubrir que la problemática de las adicciones de gravísimo crecimiento y expansión en nuestra ciudad no está en la agenda de prioridades de ninguna de las dos gestiones, porque si así fuera, el Centro Valle debería estar hoy atendiendo a los pocos o muchos cafayateños que tienen a ese lugar como único lugar de amparo al flagelo de las adicciones.
Hoy no hay centro, no hay contención, no hay tratamientos, en definitiva no hay presencia del Estado en la más preocupante de las problemáticas sociales actuales.
Querer cargar la responsabilidad de la falta de respuestas al tema en los empleados, es cortar el hilo por lo más delgado, demuestra improvisación y lo que es más grave aún: Irresponsabilidad. Esto no es poco, pues se trata de una comunidad que ha sido abandonada por las autoridades.
El conflicto laboral iniciado por los empleados que piden ser sacados de la precariedad laboral después de cuatro años por el Gobierno que debe dar el ejemplo en esta materia, es muy importante, pero es solo un engranaje de la problemática, no el único problema. En definitiva el destrato estatal a los trabajadores termina mostrando cual es la consideración que las autoridades tienen sobre el valor del trabajo y la despreocupación absoluta en el abordaje de las adicciones que generan perdidas de empleos, disgregación familiar, violencia de distintas características y hasta la muerte de muchos jóvenes. Todo demasiado grave para abordarlo con irresponsabilidad, liviandad y especulaciones.