El ingeniero francés Felipe Bertrés fue el primer proyectista de la Catedral salteña, pero su sorpresiva muerte en 1856 interrumpió la construcción hasta que llegó un nuevo proyecto: el de Juan Soldati, según datos aportados por Miguel Solá.
En 1858, por un decreto del gobernador Martín Gemes, fue designada una comisión promotora de la nueva Catedral. La integraban el padre Isidro Fernández, Atanasio Ojeda, Ramón Paz, Andrés Ugarriza, Francisco Ortiz, Juan Bautista Navea, Evaristo Uriburu, Miguel Figueroa e Inocencio Torino. Fue electo presidente el sacerdote Isidro Fernández, quien se dedicó a recaudar fondos para emprender la construcción.
El gobernador Martín Gemes decretó el 6 de marzo de 1858 imponer un impuesto de dos reales la carga de sal que cada burro extrajera de San Antonio de los Cobres. «Lo recaudado será puesto a disposición de la comisión encargada de la obra de la Catedral», decía el decreto.
Pero recién con la designación de monseñor Rizo Patrón, en 1861, la obra tomó gran impulso. En 1872 el religioso designó al frente de los trabajos al canónigo Alejandro Marquiegui y le dio facultades para avanzar.
Fuente Diario El Tribuno