Los fieles salteños acompañaron a la Catedral al Señor y la Virgen del Milagro luego de haber renovado, una vez más, el Pacto de Fidelidad con sus Santos Patronos, culminando así, la celebración religiosa de mayor convocatoria en la provincia.
Unas 850 mil personas participaron este martes de la procesión de la Fiesta del Milagro, con la que culminó esta celebración religiosa, que es la de mayor convocatoria en la provincia y se caracteriza por la masiva participación de peregrinos llegados de lugares remotos y variados del territorio salteño y otros puntos del país.
El número de participantes fue calculado por la Policía de Salta y suministrado por voceros de Turismo de la provincia, luego de que los fieles devotos acompañaran las imágenes de la Virgen y del Señor del Milagro desde la Catedral hasta el Monumento 20 de Febrero, en un parque distante unos dos kilómetros.
El cierre de la procesión fue una homilía del arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, en el amplio parque donde se encuentra el monumento mencionado, que estuvo colmado de gente, lo mismo que las avenidas Belgrano y Sarmiento, por las que avanzaba la procesión, y varias calles adyacentes.
La caminata partió de la Catedral, frente a la céntrica plaza 9 de Julio, que fue punto de encuentro de los peregrinos y se colmó en los últimos días de pequeñas imágenes de los santos patronos portados desde diversos puntos del interior salteño y de otras provincias.
Allí se congregaban gente que había caminado más de 500 kilómetros o había bajado de alturas cercanas a los 4.000 metros, tras soportar lluvia, nieve y el tórrido sol en las zonas más secas de la provincia, junto a los de también lejanos puntos del país, como la peregrinación que llegó desde Comodoro Rivadavia, Chubut.
Las columnas fueron ubicadas en diversos puntos de la ciudad desde que empezaron a llegar, la semana pasada, desde donde se sumaban a la procesión, aunque muchos permanecieron en vigilia en la plaza central.
Entrecruzados con vendedores de banderas, imágenes y otros productos de santería, comidas regionales y bebidas, entre cantos religiosos, rezos y loas, con muchos niños vestidos de ángeles alados, aguardaron la partida de las imágenes del Cristo Crucificado y la Virgen del Milagro.
Desde la Catedral, por parlantes se animaba la fiesta, con oraciones, canciones y palabras de fe, hasta que esta mañana comenzó la Misa Estacional, con la presencia de las máximas autoridades provinciales.
Desde ese momento, por los altoparlantes exteriores se pidió silencio y concentración en la misa y los rezos, mientras en largas filas los fieles esperaban ser confesados por una media docena de sacerdotes en forma simultánea.
Hasta poco antes de la procesión, y cuando ya todo el centro estaba colmado y en torno a la plaza era casi imposible caminar, continuó la llegada de los últimos peregrinos a pie, a caballo o en bicicleta, y el ingreso de muchos de ellos de rodillas hasta el altar.
A las 16, las campanas de la Catedral comenzaron a repicar largamente y se anunció la salida de la imagen de la Virgen, que fue recibida con aplausos y el agitar de pañuelos de los miles de fieles sobre la plaza.
Los pañuelos y banderas se destacaban entre el techo de paraguas y sombrillas multicolores con los que los devotos se protegían del fuerte sol de la jornada, que generó algunas descompensaciones que fueron rápidamente atendidas por personal paramédico.
La imagen de la Virgen del Milagro, adornada su base por 6.000 claveles blancos, fue llevada por autoridades religiosas, civiles y de la policía, a quienes comenzaron a sumarse los devotos en diversos puntos de la ciudad, rumbo al Monumento 20 de Febrero.
Las campanas continuaron sonando y, una media hora después, fue sacado el Cristo crucificado, que adornado con 4.500 claveles rojos, era portado con igual destino desde el centro hacia el norte.
El año pasado, la Fiesta del Milagro reunió unas 800 mil personas, y el nuevo record de concurrentes no fue gran sorpresa, ya que los organizadores estimaban desde hacía varios días que el número de 2014 sería superado.
La característica particular de esta fiesta es la participación de peregrinos, que partieron a pie desde el 1 de septiembre de los lugares más alejados de Salta, como Santa Victoria Oeste, a 500 kilómetros de la capital vecina a la frontera con Bolivia, o de alturas cercanas a los 4.000 metros, como San Antonio de los Cobres, en la Puna.
La procesión llegó a su fin, después de que miles de peregrinos llegaran de parajes, pueblo y ciudades lejanas. El año que viene se renovarán las promesas y las oraciones.
Fuente: El Tribuno