Parece el guión de una telenovela, pero no. Es la historia de Oscar “Pipo” Valdéz, integrante del grupo folklórico jujeño.
Jujeño, de 41 años, este hombre fortachón, con cara de bueno, tiene al menos cinco demandas por filiación y otras tantas denuncias penales por incumplimiento de cuota alimentaria.
El diario La Nación de Buenos Aires habló con cinco mujeres que dicen haber tenido un hijo suyo y reclaman en la Justicia el apellido y el dinero correspondiente para mantenerlos.
Todas ellas se conocieron el mes pasado, cuando Carla Aisama -periodista jujeña de 22 años- contó públicamente en un programa televisivo de Córdoba, que tenía un hijo no reconocido del músico.
Antes de eso, cada una peleaba sola por los derechos de sus hijos. Aunque sospechaban que había otras mujeres, hasta ese momento no lo habían confirmado. Después de que se difundiera la historia de Carla, comenzaron a ponerse en contacto. Ahora tienen un grupo de WhatsApp donde se contienen y se apoyan.
Por separado, las chicas le contaron su historia. Las situaciones son bastante similares: inician una relación con Pipo, él les dice que las ama, ellas se enamoran, él les presenta a su hija de 15 años, la única que reconoce, viven un tiempo juntos en su departamento del centro de Córdoba y, cuando quedan embarazadas, las deja y desaparece.
Según algunos relatos de las chicas, el músico suele tener varias relaciones paralelas. Incluso algunos de sus hijos nacieron con pocos meses de diferencia. Todas afirman que hay más mujeres que tuvieron un hijo con Pipo, hablan de una chica de Mar del Plata, de otra en La Rioja. Y nombran a Ana Mansilla como la última novia, quien también tuvo un bebé con él, pero aún lo defiende. “Ya se va a desilusionar”, aseguran.
Carla Aisama, quien se animó a mostrar la punta de este iceberg, conoció a Pipo durante una entrevista a Los Tekis. Tuvieron una relación de dos años y ella quedó embarazada. “Me insinuó que aborte”, cuenta Carla. “Yo le dije que no y ahí nos distanciamos. Entonces me fui a la casa de mis padres, me daba miedo contarles al principio, pero al final me apoyaron en todo.” Lucio nació el 28 de septiembre de 2013. Pipo no se hizo cargo, ni del bebé ni del juicio que le hizo Carla.
Paula Vidal tiene 28 años, vive en Jujuy, es nutricionista. Conoció a Pipo en el Carnaval de Tilcara, enseguida comenzaron una relación y ella se instaló en su casa de Córdoba. “Un fin de semana, él viajó a hacer un show en La Plata -recuerda Paula- y me quedé sola en la casa. Pipo se olvidó uno de sus celulares y, no sé por qué, lo revisé. Tenía un montón de mensajes de mujeres, de todas las características del país, a todas les decía te amo. Yo me quería morir. Como tenía un atraso, ese mismo día me hice un test de embarazo y me dio positivo. Le conté a Pipo cuando volvió y me dijo que aborte. Yo me negué, discutimos, le dije que me iba. Fue horrible porque no me dejaba salir. Finalmente me instalé en Salta, volví a estudiar con mucho esfuerzo porque tuve un embarazo difícil, estuve un mes internada, con contracciones constantes.” Santino nació hace un año y medio, con un retraso madurativo. Pipo lo vio tres veces, pero no le dio el apellido. Paula hizo un juicio de filiación y, como él no respondió a ninguno de los tres llamados para realizarse el ADN, lo ganó. Se fijó una cuota alimentaria que Pipo nunca pagó. Por eso ahora enfrenta un juicio penal por incumplimiento.
Mónica del Valle Córdoba tiene 31 años, vive en Córdoba, trabaja en un call center. Conoció a Pipo en una peña, hace ocho años. Ella le pidió una foto y él le pidió el teléfono. Comenzaron a intercambiar mensajes y a la semana ella estaba viviendo en su casa. “Yo era su novia, cuidaba a su hija, dormíamos los tres en la cama. A los tres meses quedé embarazada y él me dijo que aborte. Entonces me fui a la casa de mis padres, porque yo quería tener al bebé. Hasta que nació mi hijo tuve esperanzas de que él se haga cargo, le mandaba las ecografías, le iba a poner de segundo nombre el nombre de su hija. Pero cuando me dí cuenta de que no le interesaba, lo descarté. Le puse Lautaro Yamil. Mi hijo ya tiene seis años, no tiene el apellido de su papá, pero sabe quién es y le manda mensajes por celular. Yo jamás le hablé mal de él, aunque Pipo nunca me pasó un peso. Y no le hice juicio porque me cansé de gastar plata en abogados y que él nunca reciba las notificaciones. Entonces bajé los brazos. Me costó mucho rearmar mi vida, estuve enamorada de él hasta hace un año. Ahora ya no. Pero fue difícil.”
Belén Monti tiene 28 años, vive en Córdoba, es encargada en una pizzería. Conoció a Pipo en mayo de 2008, en una peña que se hizo en un boliche de Córdoba, donde ella trabajaba. Se lo presentó una amiga. Se pusieron de novios, se fueron a vivir juntos. Hubo una pelea y ella volvió a vivir a su casa. “Nos peleamos porque yo perdí un celular que él me había prestado. Seguimos juntos cada uno en su casa y quedé embarazada. Tomé la píldora del día después y no pasó nada. Entonces él me dijo que me iba a apoyar en cualquier decisión que yo tomara. Pero al tiempo, no lo ví más: ya estaba con otra chica.” Narella nació el 4 de agosto de 2009. Pipo le puso su apellido, pero nunca cumplió con la cuota alimentaria ni con las visitas. Tampoco se notificó del juicio penal por incumplimiento que le inició Belén. La nena sabe quién es su papá. Belén nunca le habló en su contra.
Carolina Albarracín tiene 28 años, vive en Jujuy, trabaja en una agencia de viajes, es locutora y organiza eventos. Conoció a Pipo en la peña de Los Tekis, en 2005. El consiguió su número, le empezó a mandar mensajes. Durante mucho tiempo, la relación fue sólo virtual. “El noviazgo empezó años después, cuando me fui a estudiar a Córdoba y decidimos vivir juntos con su hija, Agustina.. Fue todo muy lindo, cuando él viajaba, yo cuida a la nena. Quedé embarazada y volvimos a Jujuy a pasar las Fiestas de Fin de Año y él a organizar el Carnaval de Tilcara. Me dijo que me pasaba a buscar cuando terminara la peña, para irnos juntos a Córdoba. Nunca volvió, se borró.” Sofía nació el 4 de agosto de 2010. Carolina inició el juicio de filiación cinco meses después. Todavía está en proceso.
Consultado por el diario porteño, Pipo Valdéz se defendió con contradicciones. “Sí, es verdad, yo estuve en pareja con estas chicas. Y ya les dije que no tengo problema en ponerles el apellido a los chicos, pero antes me tengo que hacer el ADN. Y es mentira que no les paso plata, yo cada tanto les doy bastante.” ¿Por qué les pasaría plata a sus ex novias si no está seguro de que los niños sean sus hijos? “Les doy plata para que no armen este escándalo que están armando”, intentó explicar.
Fuente: La Nación
A ver…, yo quisiera saber si la hermana de pipo, SILVIA VALDEZ (la que trabaja en el colegio nacional nº3, sobre calle independencia casi lamadrid) ahora sale a presumir y hacerse la importante por tener un hermano que tiene este tipo de comportamiento. La verdad que su hermana, es tan basura como su hermanito pipo. En el colegio lo único que hace es disfrutar de estar hostigando y creandoles problemas a la gente que es mas tranquila y que tiene un caracter sumiso. Esa mujer no sabe que No hay nada mas bajo y vil que ser altiva con los humildes. Ya lo decía Luis Alberto Spinetta: “La raíz del mal está en aquellos cuyo vicio es el sufrimiento de los otros”.