Se trata del reconocido artista plástico que vivía hace muchos años en Cafayate y que en los ´70 encarnó “la fuerza” de Los Redondos.
Héctor Francisco “Pancho” Silvia Ventura era el hombre detrás de la leyenda de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y falleció a los 65 años en Cafayate, donde trabajaba como artista plástico desde hacía varios años.
Fuentes cercanas al artista confirmaron que el deceso fue el sábado 6 de mayo y que sus restos fueron cremados. Sufría de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que desencadenó la muerte.
El nombre de Silva figura en las primeras páginas de la historia de los Redondos. Ricardo Cohen, más conocido como Rocambole y quien firmó las ilustraciones de todos los discos de la banda, fue quien reveló en febrero de este año que Patricio Rey existía y que su figura estaba inspirada en Pancho Silva.
“Él siempre estuvo pensando y dando las directivas que nosotros después hacíamos. Él vive ahí, en Cafayate. Se llama Pancho Silva. Está vivo. Vende sus artesanías en la plaza, como lo hizo toda la vida”, indicó el artista, dejando al descubierto un misterio que permaneció oculto por más de 30 años.
En 1984, y como siempre enigmático, el Indio Solari se había referido al “monarca” de los Redondos: «Patricio Rey es una persona, existe. Yo estoy convencido de que existe. Más de una vez se ha dirigido a mí, como se ha dirigido a otros amigos o a gente que conozco».
¿Quién era Pancho Silva?
Nació un 17 de julio de 1951. Silva, al igual que los integrantes de los Redondos, venía de La Plata y pertenecía a la Cofradía de la Flor Solar. Estudió en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Plata.
El ex guitarrista de Patricio Rey y Los Redondos de Ricota, Skay Beilinson, en una entrevista con la revista Rock Salta lo definió como un hombre de “una locura preciosa” y un «artesano de la hostia».
“En realidad Patricio Rey ya existía. Lo que pasa es que siempre decíamos que Patricio Rey era una entidad, una idea fuerza que por ahí encarnaba en cualquier personaje, por lo general los más locos. Y Pancho Silva en aquel momento, ahora hace mucho que no lo vemos, estaba realmente loco, loco, loco. Una locura preciosa. Se fue a vivir allá: macrobiótico empedernido, un artista, un artesano de la hostia, de los mejores. Y tenía una locura muy particular, entonces a veces yo decía ‘lo encontré a Patricio Rey en Salta, vengan a verlo’”.
Últimamente exponía sus obras, especialmente acuarelas, en galerías de arte, bodegas y hoteles de nuestra ciudad.
El artista vivía en Cafayate junto a su familia y rodeado de sus cuadros.
En los ´80 formó un grupo musical con el que encaró el movimiento «Rock Calchaquí». Tuvo varias presentaciones en Cafayate y en Salta durante los pocos años que duró la formación.
El mito oculto en Cafayate no confirmó su relación con los Redondos de Ricota. “Los medios llegaron tarde a mí”, dijo Francisco «Pancho» Silva a la Gaceta de Salta a fines de enero de este año.
Por esos días ya sabía que revistas y diarios hablaban de él. No por sus palabras, sino por las de Ricardo Cohen (Rocambole), el artista que siempre ilustró los discos de los Redondos, quien había confirmado que el mítico personaje, que habría inspirado el nombre de la banda, existía y vivía en Salta.
Por eso quienes lo conocían en Cafayate, sabían que por esas horas, Silva estaba un poco molesto y más retraído que de costumbre.
Conservaba 200 cuadros y siempre vivió del arte, carrera que comenzó en la ciudad de La Plata, coordenadas comunes con la histórica banda liderada por el Indio Solari.
Silva estaba molesto por la repercusión de la supuesta revelación y él mismo dijo que el mito era invento de los medios.
Pancho es y fue reconocido por la comunidad de artesanos y artistas locales y por esos días una pequeña muestra de sus cuadros se exhibía en el restaurante del hotel Patios de Cafayate.
La muestra era pequeña y contenía acuarelas de pájaros típicos de la zona, contrastados con los paisajes de la tierra colorada característica de la Quebrada de las Conchas. Eran aves amorfas, con ojos saltones, que siempre posaban solas en los filos de los cerros, o en medio del río.