Un ejemplar de cóndor andino fue liberado en la cima de una montaña en el camino Tolombón-Hulinchay. La gente participó en el lugar de una tradicional ceremonia originaria.
El mismo día y en el mismo lugar, pero una década después, un cóndor rehabilitado fue liberado en su hábitat natural: las altas montañas y el cielo infinito de los Valles Calchaquíes. Preservar estas majestuosas aves andinas se ha vuelto toda una tradición en Salta, gracias a una creciente toma de conciencia sobre la imperiosa necesidad de conservar la fauna y a la colaboración de una red de instituciones, ONG y empresas: estación de fauna autóctona, guardaparques, fundación Bioandina, Secretaría de Ambiente, líneas aéreas para el traslado de los ejemplares hasta y desde los centros de rehabilitación, entre otras.
En la mayoría de los casos de rescates de cóndores en peligro que se sucedieron en la región, el disparador lo dieron los lugareños, turistas y guardaparques. En cada caso se movilizó una cadena de voluntades, de profesionales y de ONG que en todos los casos ha permitido salvarles la vida, rehabilitarlos y devolverlos a la naturaleza. El caso de Qhawaq (el que todo lo ve) coincide en tiempo y espacio con el de Animaná, que en 2006 fue el primero de una serie de liberaciones que han sorprendido al mundo. Qhawaq fue hallado envenenado y moribundo a orillas de un arroyo, en la zona del Divisadero, de Cafayate. Fue rehabilitado en la fundación Bioandina, de Buenos Aires. Su recuperación fue veloz según los especialistas, si se tienen en cuenta casos como el de Luracatao, que llevó más de un año de tratamiento en 2015-2016.
De acuerdo a las estadísticas, aproximadamente un 70% de los cóndores que llegan a los centros de rehabilitación se recuperan de manera tal que pueden retornar a su hábitat. Algunos, por la gravedad de sus heridas no pueden ser hacerlo y pasan a formar parte de los programas de reproducción, educación e investigación científica, según publicó El Tribuno.
La liberación de un cóndor excede lo meramente biológico, para adentrarse en lo social y en la cosmovisión de las comunidades andinas, quienes acompañan con ceremonias ancestrales el momento mágico del retorno a su ambiente, la extensa cordillera que nace en el extremo sur de Argentina y se extiende por Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela.
La cima de una montaña ubicada a unos 30 kilómetros del pueblo de Cafayate, en inmediaciones del camino Hualinchay- Tolombón, en el límite con Tucumán, fue el lugar elegido para la liberación. Allí, mientras Qhawaq parado al borde de un precipicio observaba por unos minutos la inmensidad de la serranía, la gente rezaba en lengua originaria para que el “espíritu de los Andes” retorne a su cuerpo natural. Se vivieron momentos de profunda armonía con la vida, hasta que el zumbido de las alas de Qhawaq rompiendo el viento, planeando por entre los picos montañosos. En un instante, el silencio desaparición para dar paso a una alegría desbordante de la multitud que participó de la ceremonia. Qhawaq ya vuela libre.
Los datos
Posterior a la suelta, la orquesta juvenil Cuchi Leguizamón brindó un concierto a toda la comunidad. Más de 30 vehículos participaron de la caravana que trasladó al cóndor desde Cafayate hasta el lugar de liberación.
La Fundación Bioandina y la Secretaría de Ambiente realizaron una campaña de concientización dirigida a pobladores locales, alumnos y medios de prensa.