Emprendieron una travesía invernal en los picos riojanos de Famatina
Los salteños Ramiro García, Lelo Saldaño Griselda Moreno, y la tucumana Paula Miranda unieron las 7 cumbres de esta mole riojana, en una expedición que duró nueve días.
“Es tiempo de travesía. En la mochila: alientos, amuletos e ilusiones. En la proa: el alma. En las manos: la humildad y el agradecimiento.
Prendido a mi ser, uno de los lemas que ha guiado mi vida: sobre el ritmo del corazón todo, fuera de él, nada. Los resultados brotarán del eco de la montaña. Intentar es vivir” (Griselda Moreno).
Cuentan los que escalan que las cimas despiertan emociones que quebrantan, que superan todo lo vivido antes, y que enseñan sobre la capacidad humana para cumplir los sueños. Hasta los más duros se arrodillan ante la grandeza de una cumbre. Porque es la montaña la que deja que la surquen. Los andinistas saben de lo crucial que es el respeto por las moles de piedra, cuyas infinitas cimas se convierten en desafíos personales que humanizan, llenan de conciencia y humildad el espíritu.
Con el invierno instalado en los huesos, los salteños Ramiro García, Lelo Saldaño, Griselda Moreno; y la tucumana Paula Miranda, caminaron a la orilla de un esfuerzo abismal para lograr la travesía de los Nevados de Famatina, tras 25 años del primer intento por unir las cumbres del emblemático macizo riojano. Fue Griselda Moreno, estandarte de la “Mujer Montaña”, quién lideró la sexta tentativa histórica que logró encadenar las siete cimas principales sobre la cota de cinco y seis mil metros sobre el nivel del mar.
A lo largo de nueve días con vientos de más de 100 kilómetros por hora y temperaturas de menos 20 grados centígrados, el logro de este desafío de invierno se anota como un hito histórico en el libro del montañismo argentino.
EL Club Andino Inti de La Rioja de la mano de Alfredo Salinas fueron parte del plan de comunicación, emergencia y rescate de la expedición que empezó con el eco de la pueblada al pie del Famatina desprendiéndose de las rocas. “Ese eco envolvió nuestros primeros pasos en el puesto de Tres Piedras, pasos que abrían la esperanza a la sexta tentativa histórica por cumplir un sueño de principios de los años 90. El grito de una epopeya ejemplar ‘El Famatina no se toca’, ‘el Agua vale más que el oro’, emanó sigilosamente de las entrañas de la tierra recordando los años de lucha por defender el agua de este macizo de las pretensiones de los proyectos mineros. Quizás las fuerzas enraizadas de esas voces del Valle Antinaco – Los Colorados sumaron bríos al tremendo desafío por cumplir, que vino acompañado de las energías ancestrales del Qhapaq Ñan (Camino Principal del Inca) el cual recorre siete provincias argentinas, entre ellas La Rioja y el sector que nos tocaba ingresar”, relató Moreno.
A este reto que parecía inexpugnable, le pusieron el cuerpo como a una batalla medieval. “Con huayra (viento) embravecido hasta voltearnos, dimos frente como los acantilados sostienen la furia de las olas del mar. El frio aguijoneaba por todos los costados, pero había un corazón que abrazaba la helada intemperie, y les juro que ardía. La transparencia de las miradas de mis compañeros advirtiendo lo extremo, me conmovía hasta la raíz de mi vida, y en mi alma se encendían los soles necesarios para no quebrarnos, para resistir”, describió Griselda Moreno, la montañista, fotógrafa y periodista salteña, en su crónica de ascenso.
Agrega Griselda: “Nunca antes tuve la feroz sensación de querer vestir la piel de las montañas. Nunca antes el espíritu había cobrado tanta fuerza y convicción ante un plan expedicionario que obligaba a dejarlo todo, trasponiendo los imponderables misterios que encierra la poderosa energía de las altas cumbres”.
Tras 25 años del primer intento por recorrer el filo de las cimas principales del emblemático cordón de los Nevados del Famatina, el martes 28 de agosto luego de nueve días de agudísimas vivencias y hollar varias cumbres de cinco y seis mil metros sobre el nivel del mar, dieron ese último paso y consiguieron hacer realidad el Sueño del Famatina, “que germinó en el corazón de mi querido amigo Horacio Sánchez y su primer intento en agosto de 1993. Con la montaña aún latiendo en la sangre siento que cumplir sueños heredados es la manera más viva de ser parte de la vida de los otros. Una manera pura de querernos como especie, de reconocernos en el alma del hermano”, describió la cronista de lujo que tienen las montañas. Y quiso agradecer: “Agradezco a tanta gente, a tantas personas pendientes de este desafío. A mis compañer@s les tengo un medular agradecimiento por decirme que si, por seguir las osadías de esta amiga, hermana, que la vida les puso delante. Alfredo Salinas junto al Club Andino Inti Huayco, tu generosidad ha sido desmedida. Gracias infinitas! al igual que a Omar Alcaras, Juan Guardia, Nando Ocampo y Miguel Guzmán que estuvieron dispuestos a cualquier tipo de emergencia y rescate. A Sabino, un hombrecito radioaficionado hermoso, nacido en una estrella, por tanta amabilidad y compañía cada día, cada noche, apostado en San Blas de los Sauces a 100km en línea recta del filo que caminábamos. A Roberto Esteban Miguell, que vino desde un rayo del sol a ser parte de esta historia extraordinaria y ayudarnos sin conocernos. A Nora, mi amada madre, que mantuvo una vela prendida para nosotros cada día. Por bancar a esta hija que le tocó.
A mi querida Natalia Suppa que me prestó los aparatos de radio, gracias amiga. A quienes nos prestaron equipo de montaña. A mi amigo Juan Barthe que nos fue a buscar a Cafayate sin dudarlo, y a todos los amigos y amigas especialmente a Verónica Ardanaz Devi Kiran, Lauri Rojo, Claudio Alberto Cook, Ana Issa, Nadia Rosini, Ricardo Daniel Piña, Lis Sabléày tantos más que nos tuvieron en sus pensamientos a cada paso.
A Jaime Jaime Suárez por el regalo de su libro Nevados del Famatina. Y por supuesto a vos, mi amigo Horacio Sánchez, por abrirme desde el principio la ventana de tus ojos de cielo y creer que esto estaba a la cota de mis locuras”.