La maestra y escritora estuvo en el programa En Modo Mañana y conversó sobre la literatura vallista, de su llegada a Cafayate desde Seclantás y de sus inicios como escritora.
La escritoria Mirta Díaz compartió en la columna de cada viernes a las 12:30, Personalidades del valle, del programa En Modo Mañana, la historia de como se convirtió en escritora y como fue su llegada a Cafayate a la edad de 18 años.
«Me convertí en escritora, porque cuando empecé a enseñar me di cuenta que la literatura del valle no llegaba a mis niños. Así que podemos decir que me convertí en escritora por la necesidad de mostrarles a mis niños algo de la literatura vallista.», dijo Díaz y agregó: «Me gusta escribir en cuartetas, igual que las coplas, me parece que esta forma es con la que más identifico la poesía del valle.»
La maestra de primaria contó que es oriunda de Seclantás y que por motivos de trabajo de sus padres cursaba sus estudios en Angastaco durante la semana y durante los fines de semana volvía a la finca de la familia.
Contó que su padre era cantor de coplas y que desde muy pequeña tuvo contacto con esta forma de expresión del hombre vallisto: «Cuando quieras conocer como se siente una persona de las serranías y veas que no te dicen mucho, pediles que te canten una copla y vas a darte cuenta como están.», dijo Díaz.
A la edad de 18 años llegó a Cafayate y comenzó a dar clases de Lengua y literatura en el nivel inicial. Se desempeño en la Escuela Normal y Nicolas Avellaneda aseguró que quedó aquerenciada en nuestra ciudad: » Aquí conseguí trabajo, compañero y construí mi familia.» dijo la maestra.
Díaz comentó que desde que se jubiló se fue acercando cada vez más a la iglesia y actualmente es su fuente de inspiración más recurrente a la hora de componer y contó que siempre está buscando donde recitar y leer, en las capillas de los parajes, en los distintos actos porque se considera una enamorada de la lectura.
Desde muy chica ya era la elegida para recitar en los actos de las escuelas, en los festivales o fiestas que se organizaban en las escuelas para recaudar fondos para hacer viajes y que desde entonces le encontró en las cuartetas su estilo prefereido.
Entre varios escritos, recitó El vino no tiene la culpa:
«El vino no tiene la culpa
que haya tanta corrupción,
Madre de todos los vicios,
A la que nadie combate
y en la tierra se arraigó.
El vino no tiene la culpa,
que el pobre trabajador
en él ahogue sus penas,
porque su magro salario no le permite vivir dignamente y con honor.
El vino no tiene la culpa,
que no tenga educación,
ese pobre analfabeto,
que mendiga por la calle y la familia lo dejó.
El vino no tiene la culpa,
que no tenga atención, el anciano, el enfermo,
que por no tener un peso, no encontró la curación.
El vino no tiene la culpa,
que la justicia sea ciega,
ya el inocente está adentro,
y afuera está el culpable, vestido de gran señor.
Pero sí es culpable el vino,
de ser el representante en la cena del señor,
en el altar de la misa,
donde todo buen cristiano, vive la palabra de dios.
Por eso cafayateños
defendamos con ardor,
ese jugo de la uva que dejó el conquistador,
quien trajo las primeras cepas y en el valle cultivó.
Levantemos nuestras copas,
bebamos con moderación,
hagamos historia del vino, vivamos la tradición,
demostremos que hay cultura y también educación.
La «Seño» Mirta Díaz, maestra, escritora, hacedora de coplas que en cada acto, festival, misa o evento cultural entrega sus letras que describen con cadencia vallista un pedazo del acervo cultural cafayateño.