Es un acuerdo firmado en diciembre de 1997 en Japón, que entra en vigencia el febrero de 2005, firmado por 84 países y ratificado por 55 de ellos sobre un total de 192 participantes de la Convención. A fines de 2009 lo habían ratificado 187 países.
En el Protocolo se acordó una reducción de por lo menos 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero entre 2008 y 2012, tomando como referencia la situación de 1990 y referida directamente a los gases de origen antropogénico (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hidroclorofuorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluoruro de azufre); aunque el primer período de compromiso finalizó en diciembre de 2012, ha habido una prórroga hasta 2020, con la enmienda de Doha, firmada por los gobiernos de Francia y Alemania. Ha propuesto dos instrumentos únicos: el Mecanismo de Desarrollo Limpio y la Implementación Conjunta que permitieron a los inversores de proyectos de tecnología limpia en países en desarrollo y post-soviéticos, obtener BONOS DE CARBONO que se pueden vender o ser compensados por sus cuotas de emisiones. En este Protocolo no se incluyó la energía nuclear, pese a que no genera emisiones gaseosas nocivas. Posteriormente, se recomienda su uso al considerarla clave en la mitigación del calentamiento global, pese a los graves accidentes ocurridos, el problema del almacenamiento de sus residuos y al posible agotamiento de las fuentes de uranio.
En la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (Brasil) ya se había firmado un acuerdo sobre las emisiones de gases nocivos para la atmósfera, y el Protocolo de Kyoto le otorgó fuerza vinculante. Pero solamente las partes de la Convención de Río de Janeiro que han ratificado (firmado) el Protocolo, estaban obligados a ese compromiso de reducción. Igualmente, éste ha sido el primer paso para establecer un régimen mundial de reducción y estabilización de las emisiones gaseosas, y es la base para los acuerdos internacionales futuros. Ha impulsado a varios gobiernos a la sanción de leyes y a la gestión de políticas que contribuyan al cumplimiento del compromiso ambiental por parte de los Estados y las empresas al momento de tomar decisiones sobre inversiones y acciones sobre el Medio Ambiente.
Hay que decir también que el cumplimiento del compromiso de Kyoto ha sido muy dispar. La Unión Europea, muy activa en tiempos cercanos a la firma del Protocolo, aunque se había comprometido a una reducción del 8% en el total de emisiones, otorgó a cada Estado miembro márgenes distintos según variables económicas y medioambientales propios.
Además, el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton firmó el acuerdo pero el Congreso de su país no lo ratificó, y en 2001 con George Bush USA se retiró del acuerdo por considerar que su aplicación era ineficiente, aunque hizo saber que compartía totalmente la idea de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Algunos países en vías de desarrollo que no estaban obligados a cumplir con el Protocolo, firmaron su adhesión; es el caso de la República Argentina, que lo hizo en julio de 2001 con la sanción de la Ley 25438. Rusia, por su parte, gestionó que la Unión Europea pague la reconversión industrial y la modernización de sus instalaciones petroleras y firmó su adhesión a fines de 2004.
Hubo reuniones posteriores: en Montreal (Canadá) en 2005, para trabajar sobre los acuerdos a firmar después de 2012; en Bali (Indonesia) en 2007 se hizo otra reunión de seguimiento y monitoreo de acciones, y la 13ª Cumbre del clima que sentó bases para un régimen post 2012; en Copenhague (Dinamarca) la XV Conferencia sobre el Cambio Climático en 2009; en Cancún (México) en 2012 donde los casi 200 países asistentes –salvo Bolivia- acordaron aplazar el 2º período de vigencia del Protocolo de Kyoto, se crea el Fondo Verde del Clima para inversiones en países en desarrollo que permitan su crecimiento económico sin perder de vista la protección del clima, y retoma el Plan de Acción de Bali que propone 4 elementos clave: MITIGACIÓN, ADAPTACIÓN, FINANZAS y TECNOLOGÍA, al mismo tiempo que establece el marco de negociaciones referidas a la emisión de gases contaminantes.
La Unión Europea logró reducir las emisiones en u 23% en 2014. Canadá abandonó el Protocolo en 2011 para no pagar las multas por incumplimiento, a poco de haber finalizado la Cumbre sobre el Cambio Climático de Durban (Sudáfrica).
A pesar de las buenas intenciones del Protocolo de Kyoto, no funcionó fundamentalmente porque hay que reconstruir el modelo de producción y el estilo de vida humano, es decir que hace falta una transformación social, ecológica y soldaría, es decir que no se realice a expensas de los países más débiles. Y sobre todo, por la necesidad de ofrecer alternativas a los países cuyas economías se basan en la extracción de petróleo, gas y carbón; y a ello hay que sumar las dificultades en el acceso a las energías no convencionales.
Pese a todo, la conducta de cada uno y de todos, en ese orden, sobre el cuidado del Medio Ambiente, es más que urgente. Significa que cada uno de nosotros debe hacer su parte, porque es responsabilidad de cada uno gestionar la mejora del lugar que habitamos. Y aquí, una vez más, DE NOSOTROS DEPENDE.
Por Mirian G. LAMAS RIVERO.