En las grandes concentraciones urbanas y con el aumento del parque automotor, sumado a la circulación vehicular, la vida se ha vuelto insana debido al consumo del oxígeno y a la emanación cada vez más abundante de sustancias nocivas.
Las construcciones realizadas en hormigón y asfalto exclusivamente, provocan un sobrecalentamiento del ambiente en zonas urbanas y favorecen el desplazamiento de la suciedad y partículas nocivas ubicadas sobre el suelo, que suben en remolino y se esparcen sobre la ciudad, aumentando el índice de polución en el ambiente.
Se hace necesario, entonces, encontrar la manera de reducir esos remolinos, y controlar (de alguna manera) las variaciones de temperatura y humedad; para ello –dicen los expertos- sería necesario “ajardinar” entre un 10 y un 20% de todas las superficies disponibles en una ciudad. El tema es que no hay suelo disponible.
Así, surgió la loca idea de colocar césped en los techos, respetando la regla de 1 CADA 5, lo que significa que de cada 5 techos construidos, uno debe ser ajardinado. Surge así la propuesta de los TECHOS VERDES.
Un techo verde (llamado también “azotea verde” o “cubierta ajardinada”) es el techo de un edificio total o parcialmente cubierto de vegetación, en suelo o en un medio de cultivo preparado para ese fin, con una membrana impermeable. Un sistema particular de construcción permite crecer la vegetación en la cubierta de un edificio, y según el tipo de techo verde que se instale, se utiliza el sistema modular, o bien tiene capas drenantes e de irrigación.
Este tipo de techos, además de influir fuertemente en el mejoramiento del microclima urbano, presentan otras ventajas:
- Disminuyen las superficies pavimentadas, ya que contribuyen a la existencia de espacios verdes.
- Producen oxígeno y absorben el dióxido de carbono, en el proceso de fotosíntesis.
- Filtran las partículas de polvo y suciedad, y absorben las partículas nocivas, limpiando el aire.
- Evitan el calentamiento de los techos, y con ello reducen los remolinos de polvo.
- Reducen las variaciones de temperatura del ciclo día-noche, mediante la evaporación del agua y la circulación de la misma en la vegetación del techo.
- Disminuyen los cambios de la humedad del aire, con la formación del rocío.
- Tienen larga vida útil (por eso hay que hacerlos correctamente: impermeabilización adecuada y muy buena ejecución en las uniones).
- Son uno de los mejores aislamientos térmicos.
- Reducen el pasaje de los rayos solares hacia el interior del edificio.
- Aíslan el sonido externo.
- Absorben la lluvia, y reducen el sistema de alcantarillado.
- Generan aromas agradables, por las plantas ubicadas en él.
- Generan un ecosistema en sí mismo.
- Alargan la vida útil del techo.
- Permiten la AGRICULTURA URBANA, porque permiten generar sistemas de siembra y cosecha de vegetales, frutas y legumbres.
- Son estéticos, e influyen positivamente en el estado de ánimo de las personas.
Ahora bien…¿cómo se construyen los techos verdes? La respuesta se resume en los siguientes pasos: LIMPIAR EL TECHO – COLOCAR LA BARRERA ANTI-RAÍZ – COLOCAR EL DRENAJE – COLOCAR LA CAPA FILTRANTE – COLOCAR EL SUSTRATO PARA TECHOS – COLOCAR EL CÉSPED (O LAS PLANTAS QUE SE HAYAN ELEGIDO) – REGAR REGULARMENTE DURANTE LAS PRIMERAS SEMANAS.
Los techos verdes tienen su origen a mediados del siglo XIV, cuando los escandinavos usaban techos cubiertos de pasto, para mantener el calor en el interior de sus casas durante el invierno. En 2004, cuando el arquitecto Frank Gehry diseña la primera azotea verde, de casi 100 m2, en el Millenium Park, a orillas del lago Michigan, en Chicago (USA). Desde la década del 90 (siglo XX), la tendencia de los TECHOS VERDES abarca un espacio cada vez mayor en el desarrollo de métodos para ahorrar y reutilizar los recursos naturales y artificiales (electricidad y agua de lluvia, entre otros).
La construcción de los techos verdes es LA opción, en los lugares donde los edificios han desplazado a la Naturaleza. En lugares como nuestro Cafayate, no son –todavía- un recurso para tener espacios verdes. Sin embargo, hay que estar atentos, para no llegar el punto de necesitarlos. Aquí, aún tenemos aire, sol, y vegetación. La lucha por no perder estos recursos nos compete y nos compromete a todos. Y, una vez más, DE NOSOTROS DEPENDE.