En muchos lugares del mundo existen “formaciones” de árboles ubicadas en filas, a las que conocemos popularmente como ALAMEDAS.
Técnicamente, una alameda es un lugar poblado de álamos, aunque también se usa la palabra para denominar a los bosques diseñados y construídos con olmos, robles, tilois, moreras o plátanos.
Ahora bien, ¿qué es una alameda? ¿Desde cuándo existen?
Se sabe que al principio, las alamedas se formaban plantando los álamos en filas, para crear espacios de sombra, donde las personas pudieran reposar en días calurosos, o reunirse para actividades recreativas o de comercio. En otros casos, las alamedas tenían como objetivo extender las fortificaciones o castillos, para proteger más eficazmente los espacios amurallados y ofrecer la menor visibilidad posible a los enemigos cercanos; esto sucedió en casi toda Europa, durante la Edad Media, y también en Asia, durante el período feudal.
Hay registros de que en los Países Bajos, desde el siglo XIII, se “construyeron” alamedas para mantener la estabilidad del suelo en las márgenes de los ríos, formando algo parecido a los diques. Con el tiempo, crear las alamedas ha dado lugar al desarrollo del PAISAJISMO, que diseña y crea espacios con árboles sembrados con fines estéticos, integrados a los demás elementos del ambiente, y elementos como la iluminación, la flora, la fauna se sumaron a los beneficios y prestaciones de las alamedas, capaces de brindar protección solar a otras plantas y arbustos pequeños, contribuyendo a lograr su preservación.
La más antigua de las alamedas “plantadas” y abiertas (es decir, públicas) que se conserva actualmente es la Alameda de Hércules, de Sevilla (España), construida en 1574. Ha habido otras anteriormente: el Lange Vijverberg de La Haya, Holanda (1550); la Alameda del Pastor, en España (1558); el Prado viejo, en Madrid (1570), ya destruido. Posteriormente, hubo otras como la Alameda de San Pablo, en Sevilla (1578), hoy desaparecida; la Alameda de Cervantes, en Soria (España, 1594); la Alameda de Segovia (1590, aproximadamente). En el siglo XVII, los Campos Elíseos de París (1640).
En América, la primera ha sido la Alameda Central de la ciudad de México (1592). Le sigue la Alameda de Mansiche, en Trujillo (Perú, 1598); la Alameda de los Descalzos en Lima (Perú, 1611); la Alameda de Quito; la Alameda del Calvario (Guatemala, 1720); la Alameda de Paula, en La Habana (Cuba, 1777), el Paseo Público de Río de Janeiro (1783); la Alameda del Libertador Bernardo O’Higgings, en Santiago de Chile (1829).
En nuestro país, en 1780, el Virrey José de Vértiz y Salcedo manda crear el PASEO DE LA ALAMEDA, calle ancha de dos vías, con 400 metros de longitud, paralela a la costa del Río de la Plata. En ese lugar se plantaron álamos, sauces y ombúes, y se construyeron bancos.
Técnicamente es la primera avenida de la ciudad de Buenos Aires, y se la conoció también como “El Paseo del Bajo”, en alusión al nivel del lugar. Con el tiempo, se transforma en balneario, siendo el inicio de la temporada de baño, el 8 de diciembre de cada año. Era tal la concurrencia al lugar (con todo lo que ello implica), que en 1809, ya en el gobierno del Virrey Cisneros se dicta un “Auto de buen gobierno” para moderar “los excesos opuestos a la moral cristiana” que allí se cometían, y se establece el horario nocturno para bañarse en los sitios que están a la vista. A mediados de 1846 se coloca la piedra fundamental de la ampliación del paseo, y fue su madrina Manuelita Rosas; esta obra era un intento por contener las aguas del río, durante el aumento de nivel.
Dos años después, el paseo pasa a llamarse “Encarnación” (por Encarnación Ezcurra), y en octubre del mismo año, Rosas decreta que el nombre del Paseo será “Paseo de Julio”, de ahí en adelante. En 1865 se termina la construcción del muro que contenía las tierras del Paseo, que se extendía por las actuales avenidas Leandro Alem, Paseo Colón y Libertador, entre San Martín y la avenida Alvear.
Luego se decreta la construcción de recovas en los edificios cuyos frentes dan al Paseo, con los correspondientes detalles constructivos. En 1903 se instala la fuente monumental “Las Nereidas” de Lola Mora (escandalosa para la época, por los desnudos femeninos), trasladada 15 años después a su ubicación actual en la Costanera Sur. A fines de 1919, mediante la Ordenanza N° 520, el Paseo de Julio toma el nombre de “Leandro N. (Nicéforo) Alem”.
En cuanto a la Alameda de Cafayate, ubicada donde inicia la ruta que va a Salta (RN 68), habría sido plantada por Silverio Chavarría, para brindar un espacio de descanso y resguardo a la sombra, a los carreros que provenían de Salta. No todos los primeros árboles del lugar permanecen actualmente. De hecho, ha habido reforestaciones, una de ellas promovida y realizada desde Radio Cafayate 95.1 MHz, a la que siguieron sucesivas acciones similares. Hoy es un lugar de recreación, cuenta con riego por acequia, y en ella crecen nuevosn árboles que conviven con los más antiguos.
Como el saber no ocupa lugar, es una actividad que siempre DEPENDE DE NOSOTROS, ya que no se trata de una actividad escolar, sino una responsabilidad para seguir creciendo, y para lograrlo, la lectura es la llave que abre las puertas. ¡A leer, entonces!
Por Mirian G. LAMAS RIVERO.