Las parasomnias , la ansiedad provocada por la separación y el insomnio causado por malos hábitos , el estrés , las enfermedades, algunos medicamentos, la mala alimentación o la sobreexcitación son causas suficientes para alterar el sueño, que pueden darse en cualquier familia en cualquier momento.
¿Cómo saber si mi hijo tiene un trastorno del sueño?
Cuando los problemas de sueño de su hijo afectan de forma significativa su vida diaria deberá consultar, especialmente si:
Presenta dificultad para conciliar o mantener el sueño o bien sufre múltiples despertares. Presenta eventos raros durante la noche: sonambulismo, ronquidos, movimientos repetitivos.
¿Qué causa la falta de sueño en los niños?
Las parasomnias , la ansiedad provocada por la separación y el insomnio causado por malos hábitos , el estrés , las enfermedades, algunos medicamentos, la mala alimentación o la sobreexcitación son causas suficientes para alterar el sueño, que pueden darse en cualquier familia en cualquier momento.
Los trastornos del sueño tienen consecuencias importantes tanto para el paciente como para la familia, por lo que precisan un manejo adecuado desde atención primaria y especializada.
Las medidas de higiene de sueño y la terapia cognitivo conductual son el tratamiento de primera línea. La terapia farmacológica se reserva a casos concretos y nunca se considera de primera elección ni como tratamiento exclusivo.
Los trastornos del sueño además de su alta prevalencia son importantes por su impacto en el desarrollo del niño y en la calidad de vida de sus familiares. Además de afectar al comportamiento y al estado de ánimo, también pueden alterar las funciones cognitivas disminuyendo la atención selectiva y la memoria, con el consiguiente peor rendimiento escolar
Los trastornos del sueño son importantes porque pueden ocasionar una somnolencia diurna excesiva que en la infancia se manifiesta como alteraciones del ánimo, problemas conductuales, hiperactividad, falta de control de impulsos y déficits cognitivos que conllevan problemas escolares y en el aprendizaje.
Una buena anamnesis y exploración física completa son fundamentales en el diagnóstico de los trastornos del sueño en la infancia, no siendo habitual la necesidad de realizar estudios complementarios, salvo el calendario de sueño. Una revisión de los hábitos de sueño, como las rutinas a la hora de acostarse, el consumo de cafeína y el entorno a la hora de dormir pueden desvelar factores que justifiquen el trastorno del sueño. Es necesaria una anamnesis completa para descartar posibles causas médicas que puedan provocar alteraciones del sueño.
Clasificación
Se describen a continuación algunos de los trastornos del sueño más frecuentes en la infancia.
Insomnio
El insomnio se define como la dificultad reiterada de iniciar y/o mantener el sueño y/o la alteración en la calidad del sueño que ocurre a pesar de aplicar las condiciones óptimas para el sueño con consecuencias en el funcionamiento diario del niño y/o de la familia.
El insomnio por higiene de sueño inadecuada y el insomnio conductual de la infancia son las causas más frecuentes de insomnio en la infancia y adolescencia. Se incluyen como una categoría diferenciada para enfatizar la posible etiología del insomnio en la infancia, está relacionado a un mal aprendizaje del hábito de sueño o de una actitud inadecuada de los padres para establecer una buena higiene del sueño, actividades diarias que impiden una adecuada calidad del sueño (siestas durante el día, consumo de cafeína antes de acostarse), asociaciones inapropiadas con el inicio del sueño y ausencia de límites establecidos. Se manifiesta como resistencia para acostarse o despertares nocturnos que requieren la intervención de los padres. Las repercusiones del insomnio son importantes tanto para el niño como para los padres asociando irritabilidad, trastornos de conducta y retraso escolar por un deterioro asociado de las funciones cognitivas.
Parasomnias
El sonambulismo es un episodio en el que, sin ser completamente consciente, el niño puede sentarse en la cama, caminar, correr, además de otras conductas aprendidas en vigilia, como abrir puertas cerradas. Los individuos se encuentran profundamente dormidos siendo difícil despertárseles, si lo hacen presentan amnesia del episodio y confusión. Ocurre durante las fases de sueño profundo, en la primera mitad del tiempo de sueño.
Los terrores nocturnos son episodios de llanto o grito con expresión de miedo o pánico, acompañado de taquicardia y sudoración, estando profundamente dormido, no recuerda lo sucedido. También ocurre durante las fases de sueño profundo, en la primera mitad de la noche.
Las pesadillas son ensoñaciones desagradables que producen miedo, llegando a despertar al individuo. Suele recordar lo sucedido y es consciente. Tienen lugar durante la fase REM y en la segunda mirad de la noche.
Movimientos rítmicos relacionados con el sueño
En niños con autismo y trastornos del neurodesarrollo, pueden persistir en el tiempo. Son movimientos rítmicos, estereotipados y repetitivos de balanceo de la cabeza o de todo el cuerpo asociados en ocasiones a ruidos guturales que se emplean durante la conciliación del sueño o durante este.
Síndrome de piernas inquietas
Se define como la necesidad imperiosa e irresistible de mover las piernas, asociando una sensación desagradable y/o dolorosa que empeora con el reposo y mejora moviendo las piernas. Aparece en la transición vigilia-sueño, dificultando la conciliación del sueño. Pueden desencadenar insomnio, disminución de atención, hiperactividad y somnolencia diurna excesiva.
Síndrome de fase de sueño retrasada
El síndrome de fase de sueño retrasada suele ser más frecuente en adolescentes. Se caracteriza por un retraso, normalmente mayor de 2h, en el inicio del sueño y del despertar en relación con el horario socialmente aceptado, produciendo síntomas de insomnio con dificultad para iniciar el sueño y dificultad para despertarse a la hora requerida para realizar actividades sociales o académicas. Asocian somnolencia diurna, principalmente durante la mañana, con problemas sociolaborales (escaso rendimiento escolar, déficit atención), ya que su mayor rendimiento está durante la noche. No existen dificultades para mantener el sueño.
Síndrome de apnea obstructiva del sueño
Se caracteriza por la presencia durante el sueño de episodios de obstrucción total o parcial del flujo aéreo en la vía aérea alta, provocando alteración de la ventilación normal durante el sueño y como consecuencia desestructuración del sueño. Las apneas deben durar al menos 10s. Son más frecuentes en la fase 1 y 2, y en la fase REM. Asocian ronquidos y microdespertares que fragmentan el sueño, originando un sueño intranquilo, lo que supone somnolencia diurna, cansancio, cefaleas, irritabilidad, hiperactividad y peor rendimiento escolar. En la infancia, existen factores anatómicos (hipertrofia amigdalar, adenoidea) y neurológicos (alteración tono muscular) que condicionan una disminución del calibre de la vía aérea superior.
Narcolepsia
Se caracteriza por una somnolencia excesiva diurna, y se caracteriza por siestas repetidas o entradas repentinas en sueño durante el día. Puede aparecer parálisis del sueño (incapacidad generalizada y transitoria para moverse o hablar durante la transición sueño-vigilia), alucinaciones, sueños desorganizados o conductas automáticas.
Evaluación de los trastornos del sueño
A la hora de evaluar en la consulta un posible trastorno del sueño, es fundamental la Historia vital del niño y la exploración física. En casos concretos, se podría completar el estudio con diversas pruebas complementarias.
Que los padres informen la historia del niño, es la pieza clave en el diagnóstico de los trastornos del sueño. Es importante diferenciar lo que realmente es un trastorno que altera la calidad del sueño del niño de lo que es una preocupación infundada. En la anamnesis, es importante atender a una serie de cuestiones, como la edad de inicio del trastorno, los hábitos de sueño, si se trata de un trastorno transitorio, la presencia de otros síntomas, la toma de fármacos, el estado del niño durante el día, dando especial importancia a síntomas como la irritabilidad, la escasa concentración, la somnolencia diurna excesiva y los síntomas de déficit de atención e hiperactividad.
Con esta información, el profesional de primera instancia (pediatra o medico familiar) sabrá si se debe derivar a un especialista (otorrino, psicólogo, etc) o si con cambios de conductas familiares a la hora del sueño, se podrá mejorar el trastorno del sueño.
Se recomienda a las familias mejorar los hábitos de sueño:
Respetar horarios para dormir y cantidad de horas para descansar
Evitar la sobreestimulación visual y auditiva (alejar celulares, tablets, Tv)
Cena alejada de la hora de dormir
Evitar comidas/ bebidas estimulantes o muy pesadas.
Tener una rutina del sueño (apagar luces de la casa, baños previos, cuentos cortos).