En la Naturaleza todo tiene su razón de ser, y su lógica, ya que debe mantener un equilibrio para poder seguir siendo el ámbito de interacción de los seres vivos. Eso explica algunas conductas naturales, como por ejemplo, las migraciones.
La MIGRACIÓN DE ANIMALES es el desplazamiento o marcha de animales en manada, a distancias relativamente largas, generalmente por tiempos definidos. En el ámbito natural es la forma más común de conducta animal, y se produce en los principales grupos de animales: aves, mamíferos, peces, reptiles, anfibios, insectos y crustáceos. Este movimiento de masas se debe muchas veces al clima (y a sus alteraciones), a la disponibilidad de alimentos en su hábitat normal, a la estación del año, o a la necesidad de supervivencia de la especie (apareamiento).
Para que ese desplazamiento sea considerado una MIGRACIÓN verdadera (y no como una dispersión o irrupción), debe ser un movimiento anual o estacional. Eso sucede, por ejemplo, con las aves del hemisferio Norte, que van hacia el Sur en el invierno; o con los ñus que buscan las mejores pasturas estacionales. También ocurre por un cambio de hábitat como parte de su vida, por ejemplo el salmón común que se va del río donde ha nacido hacia otro curso de agua.
La MIGRACIÓN puede tener formas diferentes en especies distintas, por eso se hace difícil establecer una única definición. Sin embargo, hay una que es la más abarcativa, y que expresa que “una migración (o comportamiento migratorio) es un desplazamiento persistente y resoluto, realizado por los propios esfuerzos de locomoción animal o por su embarque activo en un vehículo; depende de alguna inhibición temporal de las respuestas de mantenimiento de posición, pero promueve su desinhibición y recurrencia eventuales” (Kennedy, J.S. 1985, Instituto de Ciencias Marinas, USA).
Hay 4 conceptos relacionados con la migración:
- El movimiento recto persistente
- La reubicación de un individuo en una escala mayor de lo cotidiano, espacial o temporal
- El movimiento estacional de ida y vuelta de una población, entre dos áreas
- El movimiento que conduce a redistribuir los individuos dentro de una población.
Además, la migración puede ser:
- Obligatoria (todos los individuos DEBEN migrar)
- Facultativa u opcional (los individuos pueden elegir si migran o no).
Dentro de una especie migratoria, esa migración puede ser:
- Completa, si todos los individuos migran.
- Parcial, cuando parte de la población migra y el resto no.
- Diferencial, cuando la diferencia entre los individuos que migran y los que no, se basa en la edad o en el sexo, por ejemplo.
Aunque la mayoría de las migraciones son estacionales, hay migraciones cotidianas también, como la que sucede con los animales acuáticos que realizan una migración vertical diaria yendo hacia arriba y hacia abajo en una columna de agua, o con algunas medusas que se desplazan horizontalmente en forma cotidiana.
Párrafo aparte merecen las migraciones de las aves, que sigue un “reloj” particular que regula la migración tanto en otoño como en primavera, y que les permite orientarse y “no perder” la ruta recorrida que hace óptima la migración.
En el ámbito marino, las migraciones de marea se realizan por cuestiones de supervivencia (búsqueda de alimentos o de pareja). Como las mareas tienen su propio ciclo, los seres vivos lo “aprovechan” adecuadamente, según sus necesidades.
Las migraciones irregulares, no cíclicas, se denominan IRRUPCIONES, y ocurren por hambre debida a la degradación ambiental del hábitat natural (mayoritariamente), o a la superpoblación de un hábitat.
Y aquí es bueno detenerse a reflexionar. En nuestro Cafayate ya nos hemos habituado a la presencia urbana de los loros y de los burros, y en ambos casos, la necesidad de alimentos ha producido estas irrupciones. Los loros, que se alimentan de los frutos de las moreras (ya no hay maizales donde puedan alimentarse, y comen de los árboles frutales y de donde pueden hallar su alimento), y los burros, transformados en simpáticos atractivos para el turismo, se ha aposentado en los espacios verdes con pasto disponible, por una cuestión de supervivencia ya que no encuentra alimento en los alrededores que ya no cuentan con pasto.
Hace relativamente poco tiempo, ha sido noticia un puma que se estaba alimentando de perros que cazaba, y lo triste es el desplazamiento del animal a lugares extraños a su ambiente natural por cuestiones de supervivencia.
Que estas cosas ocurran por necesidad extrema, y no por una cuestión de equilibrio natural, tiene que obligarnos a reflexionar. El comportamiento animal es una consecuencia de la acción humana sobre el medio ambiente, y el comportamiento humano es el factor determinante para que las irrupciones dejen de ser simpáticas y comiencen a preocuparnos.
El cambio de actitud es fundamental, y la premisa ineludible es pensar globalmente y actuar localmente. DE NOSOTROS DEPENDE.
Por Mirian Lamas Rivero