Muchos hemos pasado por la experiencia de haber heredado alguna prenda de vestir de otra persona, en algún momento de la infancia.
Si la prenda estaba en buen estado, era candidata a circular dentro de la misma familia, ya se trate de hermanos entre sí, o primos, o (ya un poco mayores), de tíos y abuelos. Hoy, somos varias personas las que tenemos alguna prenda que usamos con mucho cariño porque nos recuerda a quien nos la heredó.
Sin embargo, y salvando las distancias, no es lo mismo el reciclado de prendas que el reciclado de botellas convertidas en prendas que usamos por las ventajas que representa su uso. La tela que conocemos como POLAR es un claro ejemplo de residuo “transformado” a través de un proceso que permite que hoy tengamos prendas livianas, que abrigan pero no retienen la humedad y que frente a las prendas de lana representan la mejor opción.
Hay varios tipos de telas: las fabricadas con fibras naturales de procedencia animal o vegetal, como la lana, el algodón, la seda y el lino, por una parte; por otra parte, las telas artificiales, fabricadas a partir de materia prima natural, como la celulosa, por ejemplo, con la que se fabrica el rayón; y finalmente, las telas sintéticas, producidas a partir de procesos químicos con algún derivado del petróleo, como el poliéster, el nylon (o náilon), el acetato, y el polar.
La tela polar (que algunos llaman pólar, así, con acento) es un tejido de punto, sintético, de aislamiento térmico, generalmente fabricado con PET (que es un tipo de envase plástico), desarrollado por la empresa Malden Mills (hoy se llama Polartec), y presentado como alternativa ecológica a la lana. El dueño de la empresa que creó esta tela decidió no patentarla, facilitando su producción y expansión, pero la inflamabilidad del producto dificultó la aceptación del mismo.
Esta tela fue introducida en el mercado de la moda a finales de los años 70 por la marca Patagonia, que fabrica equipamiento de montaña, cuyo propietario la propuso como alternativa a las prendas de lana de los montañistas, que al mojarse se hacen pesadas e incómodas.
Hay que añadir que las prendas confeccionadas con tela polar están determinadas por su gramaje de espesor; este gramaje va desde el micro, 100, 200, hasta 300 que es la tela más gruesa y menos flexible.
Como sucede con casi todos los productos industriales, la tela polar presenta ventajas y desventajas, y ellas son:
- Ventajas:
- La suavidad
- La comodidad
- El carácter hidrófobo, pues retiene menos del 1% de su peso en agua aún estando empapada la tela.
- Permite la respiración, y esto la transforma en LA opción a la hora de las actividades físicas.
- Es amigable con el ambiente, ya que su origen es el material obtenido de botellas descartables.
- Se puede lavar a máquina.
- Se seca rápidamente.
- No necesitan ser planchada.
- Es una buena alternativa para quienes tienen alergia a la lana.
- Desventajas:
- Es altamente inflamable. En algunos casos se agrega un retardante de llama, a fin de reducir su porcentaje de inflamabilidad.
- Está hecha con un derivado del petróleo.
- No absorbe la humedad, como el algodón o la lana, aunque se procure que lo haga una vez fabricado.
- Tiende a generar carga eléctrica estática, por eso atrae y fija en su trama los pelos de animales y el polvillo del ambiente.
- No bloquea el viento.
- Se daña al ser lavado con agua caliente, o al ser secado a máquina, por eso no se plancha.
- Si es de baja calidad, forma pequeñas bolitas en su superficie.
- Tiende a desgastarse y rasgarse.
Es importante saber que tanto las prendas de lana como las de polar, pueden provocar afecciones respiratorias, sobre todo en niños y en adultos mayores; y también dificultan la recuperación de las personas que padecen enfermedades respiratorias, ya que ambos materiales retienen la humedad del aire o el agua de la lluvia, y prolongan el contacto de las personas con esa humedad. En este sentido, es recomendable el uso de prendas de algodón, en capas, para atenuar el frío.
A la hora de elegir un aislante térmico (lo que llamamos “prenda de abrigo”), es bueno tener en cuenta las ventajas y desventajas del material que las constituye, sobre todo teniendo en cuenta que no existe la prenda perfecta. En ese sentido, aunque nos reconforte usar una prenda confeccionada mediante el reciclado de un material que de otro modo irá a los vertederos, hay que ser consciente de las desventajas de su uso.
Lo que nos diferencia de los animales es la capacidad de discernir, en base al conocimiento. Nuestra obligación es informarnos para decidir qué es lo mejor para cada quien, sobre todo si nos referimos a quienes debemos proteger, que son los niños y los mayores. Y esa decisión, que nos compete totalmente, DEPENDE DE NOSOTROS.
Por Mirian G. LAMAS RIVERO.