Cuando el contexto es amigable y armónico, todo fluye y convive en las mejores condiciones para todos los organismos que habitan en ese contexto. Este es el principio de “funcionamiento” de la Naturaleza, nuestro ambiente, y los seres humanos somos uno de esos organismos, que interactúa con el medio y con otros seres vivos por una cuestión de vida.
Si el contexto, el medio ambiente en este caso, comienza a tener cuestiones extrañas a su ser natural, todos los organismos comienzan a manifestar las consecuencias de esa disrupción. Significa, en palabras más simples, que SI SE ALTERAN LAS CONDICIONES NATURALES, TODO ORGANISMO SE VE AFECTADO. Y EN EL CASO DE LOS SERES HUMANOS, EL PRECIO ES LA SALUD.
Por otro lado, es importante recalcar también que nuestro bienestar está relacionado directamente con la ecología (entendida como el “estudio del ambiente”) y el cuidado del contexto o hábitat. Esto equivale a decir que nuestra manera de vestir y de comer, nuestros hábitos y pasatiempos, influyen directamente en el medio ambiente.
Algunos datos referidos a la cotidianeidad, sirven para que reflexionemos y cambiemos algunas conductas. Estos son:
A todos nos agradan la blancura de los alimentos (sal, azúcar) y de las telas que no necesitan plancharse. Sin embargo, tanto el proceso de blanqueamiento como el tratamiento de las fibras sintéticas, son perjudiciales para la salud: el blanqueamiento por el uso de sustancias relacionadas directamente con el uso del cloro, y en el caso de las fibras sintéticas, el uso de derivados del petróleo.
Los seres humanos estamos ubicados al final de la cadena alimentaria, y la contaminación afecta en primer lugar a los consumidores finales debido a la acumulación de sustancias tóxicas que pasan de un animal a otro dentro de la cadena alimenticia, llegan directamente al ser humano, por ejemplo en el pescado (por la contaminación del agua) y en las carnes rojas (por los químicos vertidos al suelo y a las plantas).
Así las cosas, hay que ponerse inmediatamente en acción, en nuestro carácter de seres racionales y pensantes. A continuación, algunas sugerencias:
Controlar la cantidad de flúor que ingerimos diariamente, porque más de 4mg por día resultan perjudiciales para los dientes y los huesos. El flúor está en el agua, en los dentífricos, y en algunos alimentos.
Disminuir al máximo posible, el uso de sustancias que contengan cloro (blanqueadores, desinfectantes, productos de limpieza), ya que el cloro tiene propiedades reactivas que afectan las vías respiratorias.
Evitar las medias de nylon (náilon), que muchas veces se convierten en basura luego de un único uso. Estas medias duran un poco más que las de seda, pero no son biodegradables.
Tratar las enfermedades menos graves con producto naturales.
Respetar la distancia respecto de las pantallas de TV y de las computadoras y celulares, por la radiación, que afecta principalmente a la salud visual (y neurológica, en el caso de las personas menores de 12 años).
Evitar la limpieza en seco, que se utiliza para limpiar prendas de vestir, sin utilizar agua, pero utilizando sustancias químicas que liberan vapores nocivos para la salud. Si de todos modos, la ropa se limpia con este procedimiento, es recomendable ventilarlas al menos durante media hora, antes de usarla.
Aunque no resulte del todo cómodo, preferir las fibras naturales en las prendas de vestir y ropa del hogar. El algodón, la lana, la seda, son algunas opciones que en general no provocan alergias y pueden lavarse fácilmente.
Disminuir la cantidad de cigarrillos, si fuma. Eso mejorará su calidad de vida, la de las personas que lo rodean, y del medio ambiente que ud habita.
Tal como se ha expuesto hasta aquí, son acciones que todos podemos realizar. No esperemos la venida de alguien que nos salve de la contaminación. Seamos nosotros el agente de cambio. DE NOSOTROS DEPENDE!
Por Mirian G. LAMAS RIVERO