Hay fechas que nos remontan ineludiblemente a sucesos climáticos relativamente fijos en el calendario, como la “tormenta de Santa Rosa”, o el “cordonazo de San Francisco”.
Estos sucesos “fijos” de cambios climáticos refieren a las precipitaciones (la tormenta, en el caso del 30 de agosto, día de Santa Rosa), o al descenso de la temperatura (en el caso del cordonazo, que es hoy).
A las pruebas nos remitimos: a la variabilidad que nos tiene zarandeada la vida en estos últimos tiempos (debido a la corriente del niño, o de la niña, que se alternan para que tengamos siempre lista la mochila con varios tipos de prendas, por las dudas), se suma el tiempo de hoy. Comparado con la jornada de ayer, el cambio se nota…del viento norte, cálido y molesto, a la frescura del día de la fecha, hay una diferencia notable.
El cordonazo de San Francisco se define desde siempre, en los países de habla hispana de Sudamérica, como “el último frío del año” (refiriéndose siempre al frío invernal, para describir un período de tiempo inusualmente lluvioso y frío)…esta circunstancia no tiene asidero científico, pero en los tiempos que corren, en los que el tiempo es multipolar (esto es, hace lo que quiere con todas las posibilidades de variabilidad), es un día fresco que se suma a los imprevisibles momentos climáticos que nos toca vivir.
El cordonazo se refiere a una suerte de patrón atmosférico que a veces trae fuertes lluvias o tormentas, con el consecuente descenso de la temperatura. En algunos lugares se producen tormentas, con truenos y rayos de considerable calibre, se producen tempestades; y coincide con la fecha, el inicio de la migración de las aves.
Según la tradición popular católica, el santo desata el cordón de su túnica y golpea las nubes para que llueva y refresque; sin embargo, en términos meteorológicos, es solamente una coincidencia estacional de patrones atmosféricos que pueden derivar en condiciones meteorológicas adversas para la época del año –que no siempre se da, al igual que la tormenta de Santa Rosa-.
San Francisco, el pobrecito de Asís, demostró con creces su amor por la naturaleza, y es el santo patrono de los animales, de los veterinarios, del medio ambiente, y de los ambientalistas. Su vida pasó de la opulencia al minimalismo cuando descubrió la desigualdad de realidades en su ciudad natal, y su decisión de vida fue elegir la simpleza, la sencillez y la austeridad.
Según la creencia popular, San Francisco se encarga de propiciar y administrar las lluvias durante el año, y cada 4 de octubre sacude el cordón de su túnica para quitarle el agua allí acumulada, que cae a la tierra en forma de lluvia que refresca (en el viejo continente, se produce en esta fecha el fin de la temporada de lluvias).
Una de las premisas del pobrecito de Asís, es considerar a cada parte de la naturaleza en términos de hermandad. Una de sus frases se refiere al “hermano sol” y a la “hermana luna”.
¡Qué importante sería, en su honor, adoptar el minimalismo, y seguir su ejemplo de vida, para que nuestro planeta deje de padecer nuestras agresiones!
Al tratarse de una decisión personal, depende de cada uno. No hay que olvidar que el cambio que esperamos, siempre, siempre, DEPENDE DE NOSOTROS.
Por Mirian G. LAMAS RIVERO.