El 7 de marzo de 1937, en Cafayate, nacía un talento que dejaría una huella imborrable en el folclore argentino: Eduardo “Polo” Román. Cantor, bombisto y compositor, su vida y obra se entrelazaron con las raíces más profundas de la música tradicional.
Hijo de un padre andaluz y una madre cachiña, Eduardo Polo Román creció en un entorno donde la música y la pasión por la tierra se fundían en armonía. Fue el penúltimo de cuatro hermanos varones, y desde temprana edad, su voz y su amor por los ritmos autóctonos lo llevaron a explorar el vasto universo del folklore.
Los primeros acordes resonaron con “Los Puesteros de Yatasto”, pero su destino estaba marcado por un encuentro histórico. Cuando José Zambrano dejó “Los Chalchaleros”, Polo Román se unió al legendario conjunto. El 6 de enero de 1966, en Mar del Plata, hizo su debut junto a ellos, y desde entonces, su voz y su bombo se convirtieron en parte esencial de la identidad musical de Salta.
Las obras de Polo Román son como postales sonoras de su tierra natal:
- “A Cafayate” (junto a Juan Carlos Saravia): Un canto a la tierra que lo vio nacer.
- “A flor de bombo” (con Facundo Saravia): El ritmo ancestral que late en cada corazón salteño.
- “A su edad” (con Facundo Saravia): La sabiduría de los años plasmada en versos.
- “Estando lejos de Salta” (con Cayetano Saluzzi y Juan Carlos Saravia): La añoranza de los que parten y llevan su tierra en el alma.
- “Zambita del patio” (con Federico Marcelo Ferreyra): El eco de las tradiciones que perduran.
Eduardo “Polo” Román no solo fue un músico excepcional, sino también un custodio de la memoria colectiva. Su bombo seguirá resonando en los corazones de quienes aman el folklore, y su legado perdurará como un faro en la vastedad de la música argentina.