Cafayate ha perdido a uno de sus más queridos y emblemáticos personajes, Emilio Cayo, conocido cariñosamente por todos como “Amaicha”. Su partida deja un vacío en el corazón de la comunidad que lo vio, año tras año, cumplir con su deber cívico con una pasión inquebrantable.
Desde su primera votación en 1955, “Amaicha” se convirtió en un pilar de la democracia local, asistiendo a cada elección sin falta, sin importar el lugar. Su compromiso con el acto de votar era tan profundo como su amor por Cafayate, su hogar desde 1980.
Vestido con su traje de gaucho marrón y sombrero negro, “Amaicha” no era solo una figura en las elecciones; era un amigo, un vecino, un poeta de la vida cotidiana. Con su carrito de pan, recorría las calles antes del amanecer, no solo vendiendo su mercancía sino también regalando coplas y versos que resonaban con la sabiduría de los valles.
Su arte de la “copliada” y los “contrapuntos” en los que participaba eran más que una muestra de talento; eran expresiones de una cultura rica y vibrante que él encarnaba con orgullo. A sus 88 años, “Amaicha” no solo era un vendedor de pan o un coplero; era un ejemplo cívico, un testimonio viviente de la historia y las tradiciones de Cafayate.
Este lunes, mientras Cafayate llora su partida, también celebra la vida de un hombre que fue mucho más que un personaje; fue un tesoro humano, un espejo de la identidad de un pueblo que siempre llevará su recuerdo en cada rincón, en cada elección, en cada amanecer.
Sus restos serán velados en el pasaje San Isidro 580, Servicios funebres Serra.