Aunque se ha afirmado que Salta fue fundada por una orden del virrey Toledo, una investigación revela una versión diferente.
Hace 442 años, el licenciado Hernando de Lerma fundó la ciudad de San Felipe y Santiago de Lerma en el Valle de Salta. Con el tiempo, los nombres se transformaron y hoy conocemos esta ciudad simplemente como Salta en el Valle de Lerma.
Pero antes de Hernando de Lerma, el virrey Francisco Álvarez de Toledo había encomendado esta misión a don Jerónimo Luis de Cabrera en 1571. Sin embargo, este sevillano de pura cepa pasó de largo hacia el sur y fundó en 1573 la ciudad de “Córdoba de la Nueva Andalucía”.
Años después, el virrey Toledo designó como nuevo gobernador del Tucumán a don Gonzalo de Abreu y Figueroa. También le ordenó fundar una ciudad en el valle de Salta, diciéndole: “Pues que se pueble un pueblo en Salta”. Abreu y Figueroa llegó a Santiago del Estero, capital del Tucumán, en 1574. Su primera acción fue ir tras su antecesor, Jerónimo Luis de Cabrera. Lo acusó, entre otras cosas, de no haber acatado la orden de fundar una ciudad en el valle de Salta. Tras apresarlo en Córdoba, secuestró sus bienes y le inició un juicio sumarísimo que concluyó con la pena de muerte por garrote. Pero no conforme con ello, luego de ejecutar a su antecesor, Abreu ordenó que cortaran la cabeza del difunto.
Después de haber “hecho justicia”, Abreu y Figueroa –quizá el primer Figueroa que pisó estas tierras– recordó la orden del virrey Toledo. Así fue que fundó una efímera ciudad en los valles altos que llamó “San Clemente en el Valle Calchaquí”. Sin embargo, esta ciudad fue destruida por los nativos poco después. En 1577, Abreu hizo lo mismo dos veces en el valle de Salta al fundar “San Clemente de la Nueva Sevilla”, cerca de la boca de la quebrada de Escoipe (Chicoana). Estas fundaciones corrieron la misma suerte que la primera.
Mientras Abreu trataba de cumplir con la orden fundacional, el virrey Toledo se dio cuenta de que el mandato de este Figueroa había expirado. Por lo tanto, resolvió designar en su reemplazo a Pedro Diego de Arana. Sin embargo, cuando Arana estaba a punto de partir a Santiago del Estero para asumir sus funciones, llegó de España un mandatario designado por el mismísimo rey Felipe II. Era el sevillano don Hernando de Lerma, licenciado en leyes y primer gobernador civil del Tucumán.
Ante esta situación, y por eso de donde “manda capitán no manda marinero”, de muy mala gana, Toledo obedeció la designación real datada en noviembre de 1577. Hernando de Lerma arribó a Santiago del Estero tras un largo viaje. Allí asumió la gobernación del Tucumán el 16 de junio de 1580.